Ayer recibí un correo de un amigo que volvió de Africa. Más que palabras había imágenes, y aquellas imágenes evocaron la esencia de lo que para mi ha de ser un viaje. No había palabras, tan sólo imágenes; imágenes de una naturaleza salvaje, imágenes de culturas ancestrales, rostros amables de niños y ancianos que parecen destilar una serenidad y felicidad que a duras penas se logra ya ver en las grandes ciudades. Y aquello únicamente eran imágenes…, por lo que ni tan siquiera pudiera imaginar lo que sería sentir y tener la experiencia de vivir allí por unos instantes, unas horas, unos días…
Es entonces cuando crees manifestar cierto pesar por la vida y el trabajo que desarrollamos, y uno cree estar en una encrucijada entre realidad y fantasía. Unas fantasías que nos conducen a soñar con trabajos más humanos, solidarios y activos, en abandonarlo todo y hacer de esa fantasía una realidad. Pero en el fondo hay algo que siempre nos retiene, cierta cobardía?. Tal vez.. y quizá esa naturaleza aventurera se debata en eterna lucha con la desconfianza y el miedo, y finalmente sólo genera una lucha interna que suscita estados de ansiedad y frustración por no lograr lo que en el fondo uno desea. Pero siendo más pragmáticos, esa rutina de la que se pretende huir, finalmente tiene un efecto más beneficioso de lo que profesamos. Quizá nos proporcione una estabilidad que de otro modo no alcanzaríamos, y el intento de satisfacer ese vacío, con la búsqueda de otras actividades que nos proporcionen el bienestar deseado. Una búsqueda en los libros, en el arte, en la música, en el cine, en la montaña o en los viajes… de esas vivencias y sensaciones que uno desea sentir. Y todo ello, a mi modo de ver, nos enriquece como personas.Nos preguntamos a veces qué nos hace ser felices en la vida.. y siendo tan amplia la pregunta, sólo puedo pensar en los pequeños detalles. Una buena conversación con un amigo, el beso y sonrisa de un sobrino, las pequeñas bromas en la oficina, las cervezas con los amigos… esas pequeñas cosas, esas minucias que evocan una sonrisa en el rostro y la reflexión de que sólo eso, es ya un motivo para valorar positivamente nuestra existencia.
